La Antártida, un nuevo destino turístico: playas llenas y un ecosistema en riesgo
- Tara Lau
- Apr 14
- 3 min read

El continente más inhóspito del planeta se ha convertido en un destino de moda.
Las imágenes son impactantes: turistas en masa desembarcando en la remota Isla Decepción, en la Antártida, con sus teléfonos en mano grabando para TikTok e Instagram.
Hasta hace poco, esta región del planeta estaba reservada para científicos y expediciones especializadas. Ahora, es un nuevo destino para cruceros de lujo, con viajeros que pagan más de $20,000 por la experiencia de caminar entre pingüinos, nadar en aguas termales y posar en ruinas históricas.
El auge del turismo en el último continente virgen
Hace dos décadas, menos de 20,000 turistas visitaban la Antártida al año. En 2023, la cifra superó los 125,000, y los expertos señalan que las redes sociales han jugado un papel clave en este crecimiento. La geógrafa australiana Anne Hardy habla del “efecto TikTok”, en el que cientos de millones de usuarios descubren la Antártida a través de videos llamativos: personas bailando sobre icebergs, bebiendo cócteles con hielo glaciar, participando en fiestas temáticas o corriendo maratones en la nieve.
El atractivo es claro: el continente más inhóspito del planeta se ha convertido en un destino de moda. Gracias a la conexión satelital de Starlink, ahora es posible compartir en vivo cada momento de la experiencia. Sin embargo, este aumento descontrolado de visitantes ha encendido alarmas entre científicos y ambientalistas.
Impacto ecológico y falta de regulación
A diferencia de otros destinos, la Antártida está protegida por el Tratado Antártico, que limita las actividades económicas a la pesca y el turismo. Pero mientras la pesca tiene regulaciones estrictas, el turismo aún no está completamente controlado. España, uno de los 29 países con derecho a voto en el Tratado, ha planteado la posibilidad de establecer una tasa para visitantes que ayude a financiar la conservación del continente.
El oceanógrafo Antonio Tovar ha documentado cómo la presencia de turistas afecta el ecosistema. En la Isla Decepción, donde cientos de visitantes se bañan en las aguas termales, se ha detectado la presencia de protectores solares en el agua, lo que podría ser perjudicial para el krill, una especie clave en la cadena alimentaria de la Antártida.
Experimentos preliminares indican que altas concentraciones de estos químicos pueden ser letales para estos pequeños crustáceos.
Además, la falta de regulación ha llevado a situaciones preocupantes, como el vandalismo en sitios históricos. Recientemente, se encontró un enorme grafiti en una antigua estación ballenera, lo que generó indignación en la comunidad científica. Una investigación apunta a un ciudadano ruso que llegó en un barco privado.
El turismo en la Antártida es operado principalmente por compañías de cruceros, que han establecido normas como limitar a 100 personas por desembarco y mantener una distancia mínima de cinco metros con la fauna local. Sin embargo, la realidad es que cada vez más barcos llegan a los mismos puntos, aumentando la presión sobre el frágil ecosistema.
Las agencias de viajes ofrecen paquetes que van desde los $10,000 hasta los $50,000, dependiendo del nivel de lujo. El problema no es solo la cantidad de turistas, sino su comportamiento. Bailes en la nieve, fiestas en barcos, basura y falta de respeto por los sitios históricos generan preocupación.
El futuro del turismo en la Antártida
Mientras los países del Tratado Antártico debaten nuevas medidas, como una posible tasa para turistas, el crecimiento del turismo en la región sigue sin frenos. “Estamos viendo un aumento descontrolado, y esto es solo un ejemplo del impacto que puede tener el turismo mal gestionado”, advierte Antonio Quesada, presidente del Consejo de Programas Antárticos Nacionales.
La Antártida, el último rincón virgen del planeta, se enfrenta ahora al mismo dilema que muchos otros destinos: encontrar un equilibrio entre permitir el acceso a los viajeros y proteger su frágil ecosistema. La reunión del Tratado Antártico en junio podría marcar el inicio de un mayor control sobre esta creciente industria.
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