Padres expresan preocupación por libros LGBTQ en secciones infantiles mientras Huntington Beach enfrenta demanda

La comunidad alega que los libros son demasiado explícitos para menores de edad.

Un número creciente de padres en Huntington Beach afirma que están luchando para proteger a sus hijos de materiales que consideran inapropiados para su edad, mientras la ciudad enfrenta una demanda por sus nuevas normas bibliotecarias.

En el centro de la controversia se encuentra una ordenanza aprobada en 2023 por el consejo municipal, de mayoría republicana, que busca limitar la exposición de menores a contenidos considerados “sexualmente explícitos”. La política creó un sistema de revisión para los aproximadamente 300,000 materiales de la biblioteca de la ciudad y trasladó ciertos libros y medios —incluyendo aquellos con referencias sexuales o imágenes sugestivas— a las secciones para adultos.

Los partidarios de esta política, incluidos muchos padres locales, dicen que se trata de una medida de sentido común para proteger a los niños de temas como el contenido sexual gráfico y cuestiones de género y sexualidad que, a su juicio, se introducen demasiado temprano.

“Esto no se trata de prohibir libros —se trata de asegurarnos de que los padres tengan voz sobre lo que sus hijos ven”, dijo una madre local en una reciente reunión del consejo. “Los libros que discuten identidad sexual o muestran partes íntimas del cuerpo no pertenecen a una sección destinada a niños.”

Sin embargo, la ciudad ahora enfrenta una demanda presentada por Alianza Translatinx, una organización de defensa de personas transgénero, junto con dos adolescentes y la bibliotecaria Erin Spivey. Alegan que las nuevas reglas equivalen la censura y afectan desproporcionadamente a los libros con personajes y temas LGBTQ.

“Las bibliotecas deben reflejar, no borrar, y ser espacios donde los jóvenes puedan descubrir quiénes son”, dijo Khloe Rios-Wyatt, directora ejecutiva de Alianza Translatinx, criticando el enfoque del gobierno municipal como un intento de “borrar historias e identidades.” 

Según la demanda, la junta de revisión creada por la ciudad tiene un “poder absoluto” para decidir qué constituye contenido sexual, sin criterios claros. En ausencia de una definición legal, se instruyó al personal de la biblioteca a usar la definición de Wikipedia, lo que llevó a reubicar varios libros y DVDs, incluyendo biblias juveniles, películas de Disney y materiales con imágenes de “partes del cuerpo descubiertas que normalmente estarían cubiertas por un traje de baño.”

Aun así, los padres dicen que estas medidas reflejan una creciente demanda de transparencia y control sobre lo que está disponible en espacios públicos frecuentados por menores.

“No queremos borrar la identidad de nadie,” dijo otra residente de Huntington Beach y madre de tres hijos. “Pero deberíamos poder trazar una línea entre lo que es educativo y lo que es ideológico para niños muy pequeños.”

Los demandantes advierten que pronto podría haber cambios más restrictivos, señalando una propuesta para modificar el sistema de tarjetas de la biblioteca. Bajo el nuevo plan, los menores recibirán una tarjeta de “Acceso Restringido para Jóvenes” —permitiendo acceso solo a materiales infantiles— o una tarjeta de “Acceso Total”, que requeriría aprobación de los padres y permitiría acceso completo a todos los materiales.

Los críticos de la política afirman que esto podría limitar el acceso de los menores a clásicos literarios como 1984, Romeo y Julieta y El Gran Gatsby. Pero algunos padres consideran que citar esos títulos es engañoso.

“Nadie está tratando de prohibir a Shakespeare,” dijo un padre. “Lo que nos preocupa son los libros con ilustraciones explícitas o temas que no son apropiados para la edad.”

El alcalde de Huntington Beach, Pat Burns, defendió la política, declarando que la ciudad no ha prohibido ni retirado libros de bibliotecas en la ciudad.

La disputa sobre la política de la biblioteca refleja debates más amplios en todo el país sobre los derechos de los padres, la educación y la identidad de género. Por ahora, la batalla legal en Huntington Beach probablemente determinará hasta qué punto las ciudades pueden ejercer control sobre lo que leen sus residentes más jóvenes.