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Treinta años sin Selena: legado imbatible, verdad inconclusa

  • Tara Lau
  • May 7
  • 2 min read


La historia de una joven que creció en Texas hablando inglés, que aprendió español para poder cantar para "los suyos".


Han pasado tres décadas desde que la vida de Selena Quintanilla fue interrumpida por una bala, y sin embargo su figura sigue creciendo. La reina del Tex-Mex no solo rompió barreras culturales y musicales: se convirtió en un ícono generacional, en un símbolo de identidad mexicoamericana y en una presencia que trasciende el tiempo. Su asesina, Yolanda Saldívar, volvió a los titulares este año al solicitar su libertad condicional, que fue denegada por las autoridades de Texas bajo el argumento de que aún representa un peligro para la sociedad.


La escena del crimen, un motel en Corpus Christi, ya no luce igual. Cambió de nombre, se renumeró la habitación donde todo ocurrió y se intentó borrar la huella de un suceso que aún estremece. Tenía 23 años, una carrera en pleno ascenso, una línea de moda en expansión y un disco en inglés casi terminado que buscaba conquistar al público estadounidense.


El museo de Selena, instalado en lo que fue la sede de Q Productions, atrae a miles de visitantes cada año. Exhibe su ropa, su Porsche rojo, sus premios, pero sobre todo, una historia: la de una joven que creció en Texas hablando inglés, que aprendió español para poder cantar para "los suyos", y que conquistó un género dominado por hombres sin perder su esencia.


La familia Quintanilla ha mantenido un férreo control sobre su legado. Abraham, el patriarca, publicó sus memorias y supervisa cada producción que lleve el nombre de su hija. No todos están de acuerdo con esa versión pulida de la historia. El periodista Joe Nick Patoski, autor de una biografía no autorizada, asegura que Selena estaba lista para tomar las riendas de su carrera, alejarse del manejo familiar y apostar por su libertad creativa. La muerte le impidió hacerlo.


El reciente documental Selena and Yolanda: The Secrets Between Them reabrió viejas heridas y planteó nuevas preguntas. ¿Fue realmente un asesinato premeditado o un crimen pasional mal entendido? ¿Por qué se omitieron ciertos elementos en el juicio? ¿Qué papel jugó el control paterno? Aunque su director asegura que su intención no era exculpar a Saldívar, la producción generó controversia, especialmente entre los fans de la cantante, que vieron en ella una forma de revictimización.


Aun así, el fenómeno Selena —o Selenidad, como lo definió la académica Deborah Paredez— no ha dejado de crecer. Se estudia en universidades, se analiza en clave feminista, queer, chicana. Se canta en bodas, fiestas y karaokes. En Corpus Christi, su estatua frente al mar sigue recibiendo flores frescas. Cada generación la redescubre a su manera. Y aunque su historia comenzó con música, terminó convertida en mito.


Selena no murió a los 23. Se multiplicó.

 
 
 

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