Una computadora hecha con neuronas humanas: el experimento que podría redefinir el futuro del cómputo
- Tara Lau
- May 12
- 2 min read

Con un precio de 35 mil dólares, su uso está pensado para laboratorios biomédicos y científicos especializados.
Mientras el mundo depende cada vez más de chips de silicio para alimentar celulares, electrodomésticos y redes de inteligencia artificial, un grupo de científicos en Australia propone un enfoque radical: dejar de imitar al cerebro y empezar a usarlo directamente. Su propuesta se llama CL1, la primera computadora comercial del mundo construida con neuronas humanas cultivadas en laboratorio.
Diseñada por la empresa Cortical Labs, el CL1 no es una máquina para el hogar ni para la oficina. Con un precio de 35 mil dólares, su uso está pensado para laboratorios biomédicos y científicos especializados. Pero sus ambiciones van más allá de la investigación médica: pretende abrir una nueva era en la computación, basada en sistemas más rápidos, más flexibles y con un consumo energético mínimo.
A diferencia de otros sistemas que simplemente registran la actividad eléctrica de las neuronas, el CL1 permite que estas células procesen información activamente, recibiendo estímulos desde un programa y generando respuestas que interactúan con el entorno. Para lograrlo, el dispositivo combina un microprocesador con una interfaz que traduce señales entre el código y las células nerviosas.
Este híbrido entre máquina y organismo necesita cuidados constantes: un sistema interno regula la temperatura, el pH, la oxigenación y los nutrientes, imitando las condiciones del cuerpo humano. Cada seis meses requiere mantenimiento para evitar que las proteínas obstruyan los filtros que mantienen vivas las células.
El CL1 opera con bioS, una plataforma de inteligencia biológica que permite ejecutar tareas computacionales a través de las neuronas. A partir de julio de 2025, los usuarios podrán conectarse a esta red desde la nube Cortical Cloud, que ya suma más de mil suscriptores, para programar y ejecutar experimentos sin tener el dispositivo físico.
La promesa energética del CL1 es impactante: consume apenas entre 850 y 1,000 watts al año, en comparación con los millones que requieren las GPU en centros de datos tradicionales. Y todo gracias a una tecnología que no fue inventada, sino cultivada: neuronas humanas capaces de aprender por sí solas.
El antecedente más mediático del proyecto fue el entrenamiento de un conjunto de 800 mil neuronas para jugar Pong, el videojuego clásico. El experimento, publicado en Nature Communications, demostró que estas células operan en un punto crítico entre el orden y el caos, una condición ideal para la memoria, el aprendizaje y la adaptabilidad.
Más que una curiosidad científica, la CL1 podría marcar el inicio de una revolución en la computación biológica. Una que no solo promete eficiencia, sino también la posibilidad de explorar la inteligencia desde su origen más puro: la biología.
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